- Ansiedad o tensión.
- Cambio ambiental.
- Actividad emocional.
- Miedo al insomnio.
- Fobia al sueño.
- Ambiente molesto.
- Dolor o malestar.
- Síndrome de piernas inquietas.
- Cafeína, alcohol.
- Medicamentos.
- Abstinencia de drogas.
- Cambio de horario.(síndrome de jet lag)
- Acatisia.
- Anorexia, bulimia compulsiva.
- Depresión.
- Cambio ambiental.
- Apnea del sueño.
- Mioclonía nocturna.
- Dieta.
- Parasomnias.
- Fármacos, alcohol.
- Enfermedad.
- Edad avanzada.
- Fase de sueño adelantada.
Consiste en la aparición sùbita de una intensa agitación corporal y vegetativa, acompañada de pánico. Se aceleran el pulso y la respiración y aparecen midriasis y sudación; el individuo con una facies aterrorizada, grita, llora o emite gemidos o palabras y a veces se incorpora en la cama; padece un miedo intenso con sensación física de opresión parálisis o asfixia. Es difícil despertarle y aparece entonces confuso y desorientado, aunque luego puede volverse a dormir. A menudo hay una amnesia marcada del episodio, y cuando se le pregunta por la mañana, apenas recuerda vagamente sensaciones de miedo o de presión torácica.
La presencia de la psicopatología es más probable si el trastorno se presenta o perdura después de la pubertad.
Kales y Cols (1980), hallaron diagnósticos psiquiátricos en el 85% de estos pacientes adultos; los más frecuentes fueron trastornos de ansiedad, fóbicos, depresión neurótica y trastornos de personalidad con rasgos pasivo-dependientes,pasivo-agresivos y esquizoides. Ya hemos mencionado la elevada frecuencia de asociación con el sonambulismo; el 96% de las pacientes que padecen temores nocturnos tienen familiares que sufren estos temores, sonambulismo o ambos. Parece pues, que estos dos trastornos comparten una predisposición genética comùn y el sonambulismo es la manifestación más benigna y frecuente del mismo substrato que subyace en los temores nocturnos. Se considera que la expresión de esta predisposición puede estar influida por factores ambientales estresantes.
Es importante distinguir los terrores nocturnos de las mucho más habituales pesadillas. Estas ocurren típicamente más bien al final de la noche, ya que son auténticos ensueños que tienen lugar en los períodos REM. La angustia es aquí más controlada (recordemos la atonía muscular de la fase REM) y el individuo si se despierta, lo hace al final de su ensueño, que puede haber durado unos 20 minutos. Son imágenes penosamente observadas (en los terrores nocturnos apenas hay imágenes), con una intensidad menos lancinante que las anteriores. No se registra la actividad vegetativa descrita y el mismo paciente sea capaz de distinguir sus pesadillas de un acceso de terror nocturno.
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